GALA 4 GH

Ayer vivimos la gala más aburrida en mi opinión hasta la fecha. Sobredosis del insufrible Fleky, ante una divertida y encantada Milá. Muy al contrario que la semana pasada ante Amor, con quien estuvo bastante seca (con comentario transfóbico incluído). Y es que, como siempre que se trata de un concursante masculino, a la Milá se le cae el chichi (con perdón). Le rió y siguió el juego a todas y cada una de las gracias al fontanero más encantado de conocerse de España, quien balbuceaba bajo los evidentes efectos de no voy a especificar qué, y presentaba una sempiterna sonrisa psicotrópica. Por lo menos pudimos entender los verdaderos motivos por los que abandonó la casa, y no fueron Paula precisamente, ni su supuesta enamorada tomatera, con la que se iba a casar y tener hijos (cada vez dudo más de su existencia).

Como se esperaba, la casa la abandonó Paula, con quien Milá estuvo mucho menos divertida, y quien se enrolla más que las persianas (aunque mientras no cante lo podemos soportar).

En la casa aparecen incipientes tonteos, pero no parecen haber visos de que cuajen ninguno, y podríamos encontrarnos con el primer GH sin relaciones amorosas.
La que estaba destinada a convertirse en la pareja oficial de esta edición, Pamela y Oliver, tontean, sí, pero cada vez tengo más dudas sobre ellos. Él parece más que dispuesto, pero mucho me temo que ella es una auténtica monja, como dije más estrecha que el cinturón de la Beckham, y presiento que no habrá tema.

Entran dos nuevas concursantes, prototipo ideal de GH: nula preparación, no demasiadas luces y mucho desparpajo.

Por cierto, la gala sin el protagonismo de Amor bajó más de cinco puntos de share. Y eso que vivimos uno de los momentos de mayor patetismo televisivo, cuando la canaria se convirtió en mono de feria, y Milá destapó su "secreto" ante Paula.